martes, 12 de febrero de 2013

Judíos en El Burgo de Osma

El origen de El Burgo de Osma y de la Ciudad de Osma, se remontan al castro celtíbero de Uxama Argaela, “ciudad en lo alto”, donde estuvo el primer núcleo de población de la zona, posiblemente ya habitado durante la Edad del Hierro.
La ciudad de origen arévaco formó junto con las de Tiermes y la de Numancia un importante núcleo de resistencia frente a las tropas romanas durante las guerras celtíberas (153–133a.c).



Tras la conquista romana, mantuvo su importancia como lugar de comercio y de tránsito, ya que se situaba en la vía que unía Zaragoza con Astorga, y además tuvo el privilegio de acuñar moneda. Los actuales restos arqueológicos de la ciudad que hoy día pueden visitarse atestiguan su antiguo esplendor. Posteriormente, bajo dominación visigoda, no perdió su grandiosidad, ya que pasó a ser diócesis que hoy en día mantiene y como atestiguan que los obispos de Osma asistieran a los concilios de Toledo.





Tras la conquista árabe, la ciudad de Uxama, o de Waxsima como la bautizaron los musulmanes, fue perdiendo población hasta que fue totalmente abandonada, conservándose de esta época una atalaya que vigila el paso del río Ucero frente al castillo de Osma.



A principios del Siglo X la construcción de la fortaleza en el cerro del castillo ayudó al asentamiento de población a la derecha del río Ucero. Este castillo formará junto a las atalayas de Uxama, Valdenarro y Lomero, con las que se comunicaba visualmente, una fuerte línea defensiva musulmana frente a los ataques cristianos. Esta nueva ubicación, además de la protección que supone el castillo tiene mejores accesos a recursos hídricos y tierras de cultivo.




En el año 939 el ejército musulmán dirigido por Abderramán III es derrotado cerca de Osma por Ramiro II de León y el Conde de Castilla Fernán González en la Batalla de Osma o del Barranco. La presión cristiana se vuelve a hacer patente en el año 954 en el que San Esteban de Gormaz es conquistada por Fernán González, dejando casi a Osma como reducto musulmán al norte del Duero. Diez años después la ciudad es conquistada, aunque en el año 994 vuelve a manos musulmanas por Almanzor, que la controlará hasta su muerte en el 1002 cuando es derrotado por una coalición de castellanos, leoneses y navarros en la Batalla de Calatañazor y provocando un debilitamiento del Calilfato que supondría en 1085 la conquista de Toledo.




Alrededor de un primitivo Monasterio de San Miguel de origen visigodo, al otro lado del río Ucero, se empezaron a establecer negocios y talleres. Cuando se restaura la diócesis, el nuevo obispo Pedro de Bourges (San Pedro de Osma) ordena construir la la primitiva catedral románica sobre la base del monasterio lo que produjo que el pequeño núcleo burgués creciera en detrimento de Osma, alcanzando en el año 1170 entidad jurídica independiente de Osma por privilegio real de Alfonso VIII. Con este documento se impulsó la repoblación de la villa. La remodelación de la catedral románica en gótica, atrajo a artesanos lo que supuso en 1322 que Alfonso XI concediera la celebración del mercado semanal que continúa vigente en la actualidad. 




No fue hasta el Siglo XV en el que se construyeron las murallas, dejando el arrabal o barrio de Tenerías, situado en donde confluyen los ríos Ucero y Abión fuera de la ciudad, y donde se concentraba la población judía.


En Burgo de Osma, los judíos tuvieron como principales actividades la de mercaderes, especialmente de lanas, paños y ganados, tejedores y el más importante de todos, y que daría nombre al arrabal donde se ubicaron, a las tenerías, aunque sin olvidar el de prestamistas. De hecho fue en el propio obispado de Osma donde las querellas y denuncias por usura alcanzaron mayor número, ocasionando en varias ocasiones brotes violentos, como el que se produjo en 1479. Sin embargo, de toda la diócesis, los judíos de Osma fueron los menos numerosos a tenor de las cifras de repartimientos con los que contribuían.


Uno de los tesoros que se conserva en los archivos de la catedral del Burgo de Osma es el Fortalitium fidei (Fortaleza de la Fe), datado en 1464 y que constituye un manifiesto de la fe cristiana y que se articula en torno a la batalla contra cada uno de los enemigos de la fe, es decir, herejes, judíos, sarracenos y demonios.



Entre los años 1459 y 1501, el Tribunal de la Inquisición tuvo mucha actividad vigilando a los conversos de la ciudad, analizando hasta qué dieta consumían. Hasta se promulgaron leyes de limpieza de sangre por la cual para ser canónigo era fundamental no tener antepasados judíos, aunque el Obispo Bernabé que dirigió la diócesis durante 20 años tuvo origen converso, como lo sería, en el XVI, Pablo de Santa María, descendiente de la rica familia Leví y que llegaría a ser obispo de Burgos.



Son importantes los casos de conversiones documentadas que se produjeron en El Burgo de Osma tras el edicto de expulsión de 1492.

Bibliografía:


[1] Pleitos de usura en la diócesis de Osma en el último tercio del siglo XV. Enrique Cantera Montenegro,. Anuario de Estudios Medievales, 12 (1982), págs. 597-622. 
[2] El apartamiento de judíos y mudéjares en las diócesis de Osma y Sigüenza a fines del siglo XV. Enrique Cantera Montenegro. Anuario de Estudios Medievales, 17 (1987), págs. 501-510. 
[3] Las comunidades mudéjares de las diócesis de Osma y Sigüenza a fines de la Edad Media. Enrique Cantera Montenegro.  Espacio, Tiempo y Forma. Revista de la Facultad de Geografía e Historia, Serie III-Historia Medieval, nº 1 (Madrid. Universidad Nacional de Educación a Distancia, 1988), págs. 137-173. 

[4] Notas acerca de la expulsión de los judíos en la diócesis de Osma (Soria). Enrique Cantera Montenegro. Espacio, Tiempo y Forma. Revista de la Facultad de Geografía e Historia. Serie III-Historia Medieval, nº 13 (Madrid. Universidad Nacional de Educación a Distancia, 2000), págs. 57-84. 
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