Hay
muchas leyendas que hablan sobre el origen del nombre de la ciudad de Soria, pero hay una expresa el legado judío de la ciudad. Para
las primeras comunidades judías, el monte, que albergaría más tarde el Castillo,
y sobre el cual, en sus laderas se asentarían más tarde dicha comunidad,
tendría un nombre, Oria, que evocaría al monte del Templo en Jerusalén,
el monte Moriá.
Este
origen del nombre de la ciudad, estaría bastante alejado de donde, según
estudios etimológicos, el nombre de Soria proviene. Y es que según las últimas
investigaciones, Soria sería una palabra compuesta, de origen vasco, procedente
de los pobladores que vinieron a la zona durante la repoblación medieval, hacia
finales de la Alta Edad Media o principios de la Baja. Estos habrían dado en
llamar a la zona como So-ria, de So (que mira o mirador)
y oria, de ur-a (río o corriente de agua). Es decir, El Mirador (o
El Mirón) del río, en este caso, el Duero.
Sí
que es cierto, tras varios años de trabajos arqueológicos, que los primeros
asentamientos en Soria se remontan a la edad de Bronce, en la
que en el cerro
del Castillo existió un castro celtibérico, restos
anteriores incluso a la existencia de Numancia. Parece que durante la época de la
dominación romana y visigoda Soria careció de importancia estratégica y
comercial, caso distinto al de la dominación árabe, en la que el cerro del Castillo
contó con una atalaya o pequeña fortaleza que protegería a la pequeña ciudad que
empezó a crecer en el collado, y que sería la base de la actual urbe.
Pero
la importancia de esta ciudad, al igual que la del resto de la provincia, llegaría durante la época de la reconquista, en la que se convertiría en un significativo
enclave estratégico por su situación junto al Duero, que marcaría la frontera
entre los reinos cristianos al norte y los musulmanes al sur.
Fue a comienzos del Siglo XII, cuando el rey Alfonso I el Batallador conquista la ciudad a los musulmanes (1119), permite su repoblación y otorga fueros a la ciudad (1129). Es en este siglo XII y por el articulado de sus fueros donde ya se documenta la existencia de la comunidad judía y donde se establecen la regulación de algunas relaciones entre judíos y cristianos (#108, #109 y #129), pudiendo establecerse que la presencia judía es, por tanto, anterior a estos fueros, de ahí la necesidad de la regulación.
En
los fueros de Soria además se indica que los corredores, los encargados de
vender y comerciar con objetos y bienes del concejo, serían nombrados por el
juez y los alcaldes bien entre los cristianos o bien entre los judíos (Cap. XI,
arts. 109-112). Con este punto, se reconoce (y se protege, como se hace en el
título 45) la importancia que la comunidad judía tendría en el comercio en
Soria, que giraría en torno a la lana, y por supuesto, al igual que sucedió en
el resto de ciudades castellanas, jugaría un papel muy importante en el negocio
lanar y en el comercio de esta materia. Según Cantera Burgos, las
actividades económicas principales de los judíos de la provincia de Soria
fueron, además de las de mercaderes en el comercio de lanas, paños,
ganados y tenerías, las de prestamistas, arrendadores de rentas y cobradores de
las mismas.
Sin
embargo, no todo el articulado de los fueros era proclive a la comunidad judía.
En varios títulos (Tit.28/13) se excluía del marco de garantías a los que
profesaban otra religión distinta al cristianismo, aunque el fuero mostraría en
mejor situación a los judíos al frente de
actividades relacionadas con el comercio que a los musulmanes, que aparecen como
siervos y dependientes en grado de semiesclavitud (Tit. 11/3; 12/1).
Pese
a que a medida que avanza la edad media, las fronteras se van alejando hacia el
sur debido al empuje de los reinos cristianos sobre los musulmanes, Soria
seguirá siendo un enclave estratégico debido a las luchas por el territorio
entre los reinos de Castilla, Navarra y Aragón, por la importancia de la cabaña
trashumante en esta zona y por el mercado de la lana y su peso en el Real Concejo de la
Mesta. Por este motivo comercial, la Aljama judía de Soria llegaría a ser
una de las las diez aljamas mayores del reino de Castilla durante el Siglo XV.
Al
comienzo de la repoblación de la ciudad, los judíos parece que se concentraron
en los aledaños del castillo, según ha quedado documentado:
“en el castillo de Soria, dentro del muro principal, hay un cuerpo espacioso en el cual antiguamente hubo trescientas casas y un templo, que hoy dura, aunque arruinado. Muchas de estas casas dicen que eran de judíos, y aquella población, con la que había por fuera, se llamaba alhama”.
No debe interpretarse esto como que los judíos moraban en el interior de la fortaleza, sino en sus alrededores o inmediaciones, aunque sí que la comunidad judía tuvo a su cargo, como fue habitual en los reinos hispanos durante la edad media, la defensa de la fortaleza a cambio del disfrute de una total libertad de movimientos, el estar exentos de pagar toda clase de monedas y, lo que era más importante, de una especial protección por parte del monarca, como así quedó registrado durante el reinado de Enrique IV en un privilegio existente en el archivo del Ayuntamiento.
“en el castillo de Soria, dentro del muro principal, hay un cuerpo espacioso en el cual antiguamente hubo trescientas casas y un templo, que hoy dura, aunque arruinado. Muchas de estas casas dicen que eran de judíos, y aquella población, con la que había por fuera, se llamaba alhama”.
No debe interpretarse esto como que los judíos moraban en el interior de la fortaleza, sino en sus alrededores o inmediaciones, aunque sí que la comunidad judía tuvo a su cargo, como fue habitual en los reinos hispanos durante la edad media, la defensa de la fortaleza a cambio del disfrute de una total libertad de movimientos, el estar exentos de pagar toda clase de monedas y, lo que era más importante, de una especial protección por parte del monarca, como así quedó registrado durante el reinado de Enrique IV en un privilegio existente en el archivo del Ayuntamiento.
Como
señalan B. Taracena y J. Tudela en "Soria: Guía artística de la ciudad y
su provincia", cobijada en la espaciosa plaza de armas y en las
inmediaciones del Castillo (de Oria), vivió apiñada la población judía y fue
tan numerosa que era considerada la aljama de Soria como una de las principales
de Castilla.
Ver La Aljama de Soria en un mapa más grande
Por la insuficiencia de espacio en los alrededores del castillo para acoger una población cada vez mayor y por el deseo de los judíos quizás de acercarse a la parte baja de la ciudad, donde se desarrollaba la actividad comercial en torno a la iglesia de Santa María del Azogue, cercana a la colegiata de San Pedro, la comunidad comienza a asentarse en las proximidades de la Plaza Mayor. La Calle del Teatro, que baja hasta dicha Plaza Mayor, se llamaría hasta tiempos no muy lejanos como la Calle de la Judería y se cree que aquí estuvo situada una de las sinagogas que tuvo la aljama de esta ciudad.
También había otra aljama en el llamado arrabal, quizás extramuros, pero que hasta el día de hoy no ha sido fácil de localizar, aunque en los privilegios queda distinguida de la del Castillo.
En
la ladera oriental del monte Oria se situó la necrópolis judía, donde, en el
Siglo XX, tras unos trabajos de reforestación se encontraron varias tumbas de
forma antropomorfa con cabecera oval, cuya estructura sigue modelos cristianos
muy habituales en la época, así como una lápida correspondiente a Abraham
Satabi que hoy se encuentra en el Museo Numantino de la ciudad de Soria, y confirmándose que la necrópolis se situaba fuera de la murallas de la ciudad. En la
actualidad, debido a la gran pendiente y a la falta de adecuación, no es
posible su visita.
Por
el padrón que hicieron los almojarifes hebreos en la ciudad de Huete para el
reparto de los servicios y encabezamientos de los judíos de Castilla, se sabe
que la de Soria pagó 1038 maravedíes por encabezamiento. En tiempo del Rey
Alfonso X el Sabio, se hizo un padrón, resultando que junto con las doscientas
personas que vivían en los alrededores del castillo, en la ciudad de Soria
hacían un toral de unos 1200 judíos.
Según Luís Suárez, con arreglo a las cantidades pagadas por los judíos sorianos en los repartimientos del “Servicio de los castellanos de oro” entre 1486 y 1490, próximas a los 100.000 maravedíes anuales, se puede calcular una población hebrea cercana a las 300 familias en las fechas inmediatamente precedentes a la expulsión.
Según Luís Suárez, con arreglo a las cantidades pagadas por los judíos sorianos en los repartimientos del “Servicio de los castellanos de oro” entre 1486 y 1490, próximas a los 100.000 maravedíes anuales, se puede calcular una población hebrea cercana a las 300 familias en las fechas inmediatamente precedentes a la expulsión.
Entre
los sorianos judíos más importantes, hay que destacar a Yusuf Albo, uno de los grandes talmudistas del Siglo XV. También al Rabino de la ciudad, Selomoh bar `Ali, autor
de "Escolios del Talmud", y discípulo del Maestro Yonah que sería el precursor de la escuela
de iluminadores de finales del Siglo XIII y comienzos del XIV. Soria contó además
con grandes cabalistas judíos medievales como fueron los hermanos Jacob e Isaacben Ha-Cohén, Sem-Tob ben Abraham ibn Gaón y
Abraham Benveniste que en 1432 alcanzaría a ser el tesorero mayor de Juan II.
Parece
que por los datos que nos han llegado hasta actualidad, las relaciones entre
cristianos y judíos fueron tradicionalmente buenas en Soria hasta mediados del
siglo XV, o al menos, no se mencionan en las crónicas de la villa
enfrentamientos de importancia. Aunque sí que en 1380, durante la celebración
de las Cortes convocadas por Juan II se publican las disposicionesdictadas contra los judíos en Soria, lo que
caracterizaría a la ciudad, según Menéndez Pidal, por su gran
antisemitismo. No obstante, sí que durante las persecuciones durante 1391 la
comunidad judía debió sufrir algún acto violento, a juzgar por una carta que el
16 de julio de 1391 envió la reina de Aragón, Doña Violante de Bar, al
Arzobispo de Toledo, en el que la propia reina solicita la libertad para Samuel
Bienveniste, un judío de Zaragoza, que cuando regresaba de Castilla al reino de
Aragón, “hoyendo decir en el camino de Valote, ques era movido en Soria
contra los judíos”, se refugió en el castillo de Cabrejas del Pinar, donde
lo tenía preso desde entonces el Obispo de Osma. Pero en todo caso, no debieron
sufrir demasiado al poder refugiarse en el castillo, según escribió YosefHa-Kohén en su “Emeq ha-Bakka” (El Valle del llanto).
En
seguida, los judíos se recuperarían por la política de protección de los
monarcas hacia la población hebrea. Así, el 22 de junio de 1397, el rey EnriqueIII otorga a la aljama de Soria el privilegio de poder pasar semanalmente 20
cargas de vino de Aragón y Navarra, así como mantenimientos diversos para su
provisión en el castillo, como recompensa por la defensa y guarda que hacían de
la fortaleza.
A
lo largo del último tercio del Siglo XV se comprueba en el caso concreto de la
Aljama de Soria como se produce un aumento de la presión sobre los judíos por parte de las autoridades
municipales; aunque en general no eran frecuentes las acciones violentas, si se
producían reiteradas negaciones a las aljamas a los concursos de la justicia
concejil, restricciones en el suministro de víveres, insistencia en los
apartamientos y al aislamiento de la comunidad, así como a la contribución en
los impuestos locales, lo que provocaba no pocas quejas y pleitos.
Con
la unión de los reinos de Castilla y Aragón comienza a producirse en Soria el declive de
la actividad comercial al dejar de ser un lugar de paso entre fronteras. En 1477 los Reyes Católicos declaran la orden de
una judería obligatoria en Soria “para evitar los dapños que por causa de
bevir e morar e estar los judíos entre los christianos se seguían, hordenamos e
mandamos que de aquí adelante los judíos non bibiesen nin morasen entre los
christianos” que no se extendería al resto de juderías de ambos reinos
hasta las Cortes de Toledo de 1480.
Unos
años más tarde, en 1479, en plena Guerra de Sucesión de Castilla, se producen
algunas revueltas antijudías con la excusa de usura de prestamistas judíos de
Soria.
Finalmente
los judíos son apartados del Castillo en 1487 aunque no definitivamente de la
ladera del monte Oria, donde habitarían hasta su expulsión en 1492, año en el
que el decreto de expulsión de los judíos marca el comienzo de la definitiva
decadencia económica y social de la ciudad de Soria y que duraría hasta bien
entrado el Siglo XX.
[1] Sinagogas Españolas. Cantera Burgos, Francisco. Consejo Superior de Investigaciones Científicas. Instituto "Benito Arias Montano". Madrid. 1984.
[2] Soria: Guía artística de la ciudad y su provincia. B. Taracena y J. Tudela. Las Heras. Soria. 1928.
[3] Les Juifs de Soria et Isabelle la Catholique. Julien Weill
[4] Juderías medievales en la provincia de Soria», Homenaje a Fray Justo Pérez de Urbel. Cantera Burgos, Francisco. Silos 1976, pp. 445-482.
[5] Del Pasado Judío en Los Reinos Medievales Hispánicos: Afinidad y Distanciamiento. Yolanda Moreno. pg. 278.
[5] Del Pasado Judío en Los Reinos Medievales Hispánicos: Afinidad y Distanciamiento. Yolanda Moreno. pg. 278.
[6] Soria. Sus monumentos y Arte - Su naturaleza e Historia. Rabal, Nicolás. Barcelona, 1889.
[7] Fontes Iudaeorum Regni Castellae. II: El Tribunal de la Inquisición en el Obispado de Soria (1486-1502). Carrete Parrondo, C, Con una valoración psicológica por M. J. Castaño González, Salamanca 1985.
[8] La Soria de los judíos: Sus caracteres elementales. Arevacon - vol. 16 - Museo Numantino/Soria - 2006 - 15pp. Castaño, Javier
[9] "Conflictos entre el concejo y la aljama de los judíos de Soria en el último tercio del siglo XV", Cantera Montenegro, Enrique. Anuario de Estudios Medievales, 13 (1983), págs. 583-599.
[9] "Conflictos entre el concejo y la aljama de los judíos de Soria en el último tercio del siglo XV", Cantera Montenegro, Enrique. Anuario de Estudios Medievales, 13 (1983), págs. 583-599.
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